top of page

De niña, ¿Cómo era ser yo?

  • Foto del escritor: Mirian Milillo
    Mirian Milillo
  • 21 ago 2022
  • 2 Min. de lectura

Actualizado: 24 ene

Recordar un poco sobre mi niñez, se me hace triste.


Hay situaciones muy particulares que hoy puedo recordar y poco a poco ganan sentido, porque para ese entonces, comencé a escuchar el término: “Autista”.


Lejos estaba de mí, saber de qué se trataba, pero debía ser algo malo ya que, en cada dicho, la palabra estaba cargada de desprecio y odio.


Lamentablemente cuando me remonto a contar estas cosas, se hace imposible que el lector, comprenda que contarlo, no está cargado de odio y resentimiento.


Al contar, sucede que en el lector se pueden despertar distintas apreciaciones y es común que antes de terminar de leer, me escriban pidiéndome que “perdone a quienes me criaron”, que “no les guarde rencor” o intentar poner un manto de piedad diciéndome que: ellos “hicieron lo mejor que pudieron”, independientemente de que yo esté de acuerdo o no con esto porque obviamente fui la protagonista y ya tengo mis propias conclusiones y las de mis terapeutas que, gracias a Dios, en determinado momento de mi vida, me prohibieron mantener vínculo con ninguno de ellos, lo cual ha sido crucial para poder sobrevivir y avanzar.


Recomiendo para este caso, poder conocer poco a poco la historia.


No puedo pedirles que se abstengan de juicios o sugerencias porque comprendo que no me quieren ver triste y desean consolarme, pero déjenme que les cuente y sabrán que hay hoy en, mi corazón.


De muy pequeña, una de mis primeras manifestaciones de mis particularidades, parece haber sido "llorar mucho", "llorar todo el tiempo".

Esto les molestaba mucho en mi casa y ya he contado que fue motivo de castigos en reiteradas oportunidades,


Una de las cosas que considero que un padre o tutor debe cuidar mientras se encuentra criando a su hijo, es buscar la manera de estar bien consigo mismo, "porque es cierto que quien no está en paz consigo mismo, estará en guerra con todo el mundo".

Tuve que vivir para creer, y lo noté en quien me crió, a quien pocas veces llamé "mamá", que lo malo que veía en mí, no era más que su ojo malo, que todo lo veía así.


Dios quiera que muchos padres tengan la posibilidad de sanar sus vidas cuanto más puedan, aún en medio de la crianza de sus hijos.


Lamentablemente, el camino recorrido fue muy largo y muy difícil, pero como ya contaré, cada dificultad se ha convertido en una oportunidad, y las debilidades en fortalezas.


Quédate de este lado del blog, y conozcamos juntos hechos y situaciones que a pesar de una condición, tienen posibilidades de reversión.


 
 
 

Comentarios

Obtuvo 0 de 5 estrellas.
Aún no hay calificaciones

Agrega una calificación
bottom of page